Las promesas de Dios son capaces de sostenernos en los procesos de la vida.
Ministerio integral Familiar
Las promesas de Dios son algo fundamental en la vida del cristiano y para cualquier hombre o mujer que quiera dar una oportunidad a la fe de Jesucristo. Nosotros no merecemos nada de Dios, excepto la sentencia de su tribunal, declarándonos culpables. Y la paga del pecado es muerte (Romanos 3:23), esto es, una eternidad separados de la gloria de Dios (Romanos 6:23) y de todo lo bueno que Él nos da. Sin embargo, la justificación es precisamente lo contrario. Dios nos trata como Cristo merece; el Padre nos otorga lo que Jesús ha ganado por su vida, muerte y resurrección; por la gracia maravillosa nos recibe y nos trata tal y como su Hijo ha de ser tratado: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro†(Romanos 6:23). Cristo recibió el castigo que yo merecía, tomando mi lugar, y cuando lo recibo por la fe como mi Señor yo recibo el derecho de ser llamado hijo de Dios (Juan 1:13) y me corresponde toda la herencia de Cristo y el botín de su victoria. Por esta bendita sustitución, el cargó mi maldición y me regala toda su bendición (Efesios 1:3), puedo descubrir las más de 7.000 promesas de la Escritura y saberme poseedor de cada una de ellas; de nuevo, no por mis méritos, sino en Cristo Jesús: 2 Corintios 1:19-20 Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él; porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. En este soliloquio querría compartirte las diez promesas reinas, al menos para mí. Aquellas que considero las más importantes para nuestra vida presente y de cara a la eternidad. Como es lógico, sustento cada promesa en uno o más versículos. Solo que, antes de abordar estas grandes promesas déjame recordarte un par de verdades acerca de las promesas de Dios. Primera verdad: las promesas de Dios son capaces de sostenernos en los procesos de la vida. Efectivamente, las promesas son un ancla para no acabar a la deriva en una tempestad. Son un cimiento para sostenernos cuando golpean los ríos y los vientos. Son alimento de la fe y sustento del alma al atravesar los desiertos de la vida. Por una promesa Abraham aguardó más de veinte años el nacimiento de Isaac, aunque su fe maduró y cometió errores en la espera. Por cierto, me consuela que el padre de la fe no fue un perfecto hijo de Dios, impoluto en su testimonio: temió, quiso ayudar a Dios, se desesperó y tuvo que luchar con las consecuencias de su pecado, igual que todos nosotros. Pero, finalmente, Abraham y Sara creyeron y la promesa se cumplió: Romanos 4:20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios. ¿Por qué estuvo dispuesto a sacrificar al hijo de la promesa? recisamente por la promesa de que su descendencia vendría de Isaac. Abraham aprobó en la prueba de sacrificar a su hijo porque creyó en el Dios que da vida a los muertos. Abraham sacrificó a Isaac en su corazón aferrado a la promesa. Hebreos 11:17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito. Y podríamos poner más ejemplos: Israel cruzó un desierto por una promesa; Caleb anduvo en medio de Israel y no envejeció ni disminuyeron las fuerzas de su mente y cuerpo esperando el cumplimiento de la promesa. Simeón creyó en la promesa de que vería al Salvador (Lucas 2:25-30). Y los ciento veinte se quedaron esperando la promesa: Lucas 24:49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. Las promesas me mantienen firme y me hacen continuar cuando todo está en mi contra y parece que no llega la mañana y que la noche es eterna. Hebreos 6:12: a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. Lo segundo que quiero destacar, antes de recordar las promesas grandes de la Biblia, es que lo más importante no es la promesa, sino el Dios de la promesa: Muchos han muerto en fe sin haber recibido la promesa (Hebreos 11:13-16 y 39-40). Pero por su fe han agradado a Dios y hoy tienen un lugar en el pabellón de héroes del reino de Dios. Si no cobramos el cheque de una promesa en la Tierra, se nos pagará con intereses en el Cielo. Porque el haber vivido creyendo a Dios hasta el final nos hace merecedores de la corona de los vencedores (2 Timoteo 4:7-9) Y ya, sin más dilación, presentaré las que considero las promesas principales de las Sagradas Escrituras. 1º promesa: su presencia y amistad Mateo 28:20 enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. La Promesa del Padre (Hechos 2:33), es decir, el bautismo del Espíritu, con toda la dimensión de amistad y plenitud de amor y poder estaría en esta categoría. ¡Qué hay más grande que el tener a Dios mismo habitando y llenando nuestro ser! Hechos 1:4-5 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. He colocado como número uno a esta seguridad de la Presencia y compañerismo con Dios y aunque son muchos los pasajes bíblicos que dan apoyo a esta fe uno de mis favoritos es Romanos 8:38-39: Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes , ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro. 2ª promesa: la omnicooperatividad de Dios Sé que esta palabra, onmicooperatividad, no existe, pero debería estar en el diccionario. Es la buena noticia de que para los hijos de Dios todo suma; Él hace que todo, todo, todo, nos ayude para bien: Romanos 8:28. Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. 3ª promesa: gracia en la debilidad 2 Corintios 12:9-10 Y Él me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 4ª promesa: victoria plena Romanos 8:35-37. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Tal como está escrito: Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día; somos considerados como ovejas para el matadero. Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 5ª promesa: ayuda y fortaleza Isaías 41:10, 13 y 14: No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia. Porque yo soy el Señor tu Dios, que sostiene tu diestra, que te dice: «No temas, yo te ayudaré». No temas, gusano de Jacob, vosotros hombres de Israel; yo te ayudaré —declara el Señor— y tu Redentor es el Santo de Israel. En un corto pasaje se nos promete “Yo te ayudaré†en tres ocasiones y se nos exhorta a no temer tres veces más. Sin duda, porque nuestro Padre sabe que a menudo nos sentimos solos y sin la ayuda oportuna y nos invade el temor. Aquí está el ‘pagaré’ de Dios, para que vayamos a las inagotables reservas del banco celestial y ‘cobremos’ el oportuno socorro (Hebreos 4:16). 6ª promesa: provisión Filipenses 4:19: Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Salmo 23:1: El Señor es mi pastor, nada me faltará. O en labios de nuestro Maestro, “no os preocupéis nos repite una y otra vez†Mateo 6:31-34: Por tanto, no os preocupéis, diciendo: «¿Qué comeremos?» o «¿qué beberemos?» o «¿con qué nos vestiremos?». Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis de todas estas cosas. Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas. 7ª promesa: protección El buen pastor lo expresó así: y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Juan 10:28. Y en uno de nuestros salmos favoritos. Salmo 121: 3-5: No permitirá que tu pie resbale; no se adormecerá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. El Señor es tu guardador; el Señor es tu sombra a tu mano derecha. 8ª promesa: su venida y una nueva morada Juan 14:2 En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para vosotros. 2 Pedro 3:4, 8-10, 13-14. y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen, así como desde el principio de la creación. Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. 9ª promesa: vida eterna (nos pastoreará y reinaremos con Él) Apocalipsis 7:16-17 Ya no tendrán hambre ni sed, ni el sol los abatirá, ni calor alguno, pues el Cordero en medio del trono los pastoreará y los guiará a manantiales de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos. Apocalipsis 22:5-6 Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos. 10ª promesa: conocer plenamente a Cristo 1 Corintios 13:12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Apocalipsis 22:4 Ellos verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.